Cuidadísima dramatización de uno del juicio que quizá más ha marcado a la opinión pública americana del siglo XX: el que llevó al banquillo –y no precisamente del campo de juego– al popularísimo jugador de fútbol americano O.J. Simpson, acusado del asesinato de su ex mujer Nicole Brown y del hombre que le acompañaba, el camarero Ronald Goldman, en el domicilio de ella. Se trató de un doble crimen realizado con particular saña, y todas las pruebas apuntaron a Simpson como a su autor. Todo lo que rodeó al trágico suceso se convirtió en un auténtico culebrón, muy cercano a los actuales "reality", con informaciones en directo, tanto de una huida del acusado con amenazas suicidas, como de la vista judicial. No había estadounidense que careciera de opinión acerca de lo ocurrido.