Hipócrates

Benjamin hace honor a su nombre: es el más joven entre los médicos de un hospital parisino. Su primera experiencia como interno le lleva al centro clínico dirigido por su padre, el doctor Barois. Allí coincide con Abdel, un facultativo argelino más experimentado que él, en trance de superar las pruebas que le permitan trabajar en Francia. Para Benjamin nada sale según lo esperado. La teoría dista mucho de la complicada práctica diaria. El día a día le lleva a dudar de sus capacidades, de sí mismo; sobre todo ante el ejemplo de Abdel, sumamente solvente, casi un sacerdote de la medicina. Las situaciones cómicas corren vecinas a los momentos graves y emotivos, vividos por unos profesionales abnegados que cada día deben hacer frente a todas las miserias humanas, en lucha contra la crisis de los hospitales públicos desde la introducción del concepto de “rentabilidad” dentro del sistema de la salud.